Esta arranque de The Evil Within plantea un escenario que, no por estar lleno de tópicos del cine de horror y de referencias múltiples a elementos bien conocidos por los fans del gore, dejan de impresionar: un edificio decimonónico imponente, una sensación de intranquilidad e inquietud ante hechos que no están claros, una lluvia que ofrece una atmósfera pesada y desasosegante en el exterior de la escena. Pero lo bueno empieza cuando la cámara se centra en Sebastián y el personaje se dirige, ya controlado por el jugador que está haciendo la demo, al interior del hospital. Un compañero del detective empuja la puerta y el primer comentario es sobre el olor que sale desde dentro… dulzón y asfixiante.
Muerte, sangre, horror
The Evil Within apuesta por el uso de la cámara en tercera persona, con el personaje desplazado lateralmente, aunque en no pocas ocasiones la perspectiva de la cámara varía, para dar un mayor énfasis a la acción, o acentuar el dramatismo y la intensidad de la escena, y es que el juego de Mikami es, por momentos, más un ejercicio de angustia que otra cosa.
El instante en que Sebastián entre en el hospital te ofrecerá un aperitivo de lo que te espera en The Evil Within. Es, de hecho, algo casi para niños comparado con lo que ocurrirá después. Pero la realidad es que el vestíbulo del hospital es una auténtica carnicería, con sangre por las paredes y cadáveres por doquier, en la que un único doctor superviviente de la masacre cuenta lo que parecen desvaríos de una mente transtornada por un profundo shock, para fallecer inmediatamente después.
Cuando Sebastián y su compañero empiezan a investigar por las estancias del hospital, una zona de vigilancia repleta de monitores de vídeo atrae la atención del detective, que de pronto ve en uno de ellos como una sombra fantasmal se abate sobre sus compañeros en un pasillo y acaba con ellos en unos segundos. Cuando se incorpora para ir a ver qué ha ocurrido, un golpe lo deja inconsciente. Y aquí, es cuando The Evil Within se empieza a poner realmente duro…
Sebastián recupera el conocimiento para ver cómo el mundo se ha puesto del revés, porque está colgado de los pies, como un jamón, rodeado de cadáveres en la misma posición. La mayoría de ellos están mutilados y algunos ni siquiera pueden ser considerados un cuerpo. La sangre inunda la estancia y un personaje que parece una mezcla entre el Leatherface de la matanza de Texas y el Jason de Viernes 13 –unas referencias inconfundibles– empieza a trocear uno de los cuerpos que cuelgan del techo junto a Sebastián. Esto es parte de lo que te espera en The Evil Within.